CC Santo Domingo de Silos

viernes, 3 de junio de 2016

¿Cuántos helados puedo darle a mi hijo en un día sin pecar de irresponsable?

Los mismos que puede comerse usted. Hablan los expertos sobre las tentaciones más dulces y refrescantes del verano

El calor está a punto de hacer su entrada triunfal en nuestras vidas. Apenas quedan unos días para el ’40 de mayo’, el momento en que podremos quitarnos el ‘sayo’ y comer cuantos helados queramos… o no. Porque si bien es cierto que estos productos son deliciosos y refrescantes hasta el punto de poder alegrarle a cualquiera un mal día, no tenemos tan claro si es recomendable incluirlos en la dieta diaria. Y es un dato importante para cuando empiece el inevitable momento en el que cada día oigamos varias veces la siguiente frase: “¿Mamá, papá, me puedo tomar otro helado?”. No hay niño que resista.

Para empezar, debemos saber que estos alimentos dulces que se consumen congelados se encuentran en el vértice de la pirámide alimenticia recogida en La Guía para Familias de Alimentación Saludable, publicada por los ministerios de Educación y Ciencia y Sanidad y Consumo, lo que significa que está bien consumirlos, pero solo de vez en cuando, si queremos llevar una dieta equilibrada.
Siempre nos referimos a helados de leche, no a polos de hielo ni a sorbetes, que deben considerarse como un refresco. “Este tipo de helados solo aportan calorías y ningún nutriente”, comenta el catedrático de la Universitat de Barcelona. Los de leche, pese a tener más calorías (100 de aquellos frente a 300 de estos), también contienen calcio, proteínas, grasas y azúcares, como enumera Lucía Bultó, nutricionista, dietista y autora del libro Los consejos de Nutrinanny. La clave está en elegir aquellos con una menor cantidad de grasas y azúcares según la etiqueta, si el helado es industrial, y si es de heladería artesana, Abel Mariné da unas pistas: "Los de fruta, si realmente tienen fruta y no solo aromas, aportan vitaminas y fibra. En cambio, los de chocolate son más calóricos, aunque tienen antioxidantes.

En cuanto a la leche, los elaborados con entera engordarán más. Pero no nos engañemos: los light también engordan. Mi recomendación es obviar todo esto y comer el que más nos guste, pero con moderación". La conclusión, en palabras de Bultó, resulta de lo más evidente: “La frecuencia de consumo es lo que dará un valor positivo o negativo al helado”. Golosina o no, la nomenclatura es lo de menos: si su hijo le pide una segunda ración durante una de estas calurosas tardes de verano, su obligación como padre es negarse en redondo y responder con un lacónico "quizás pasado mañana…".

Articulo completo El Pais

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